sábado, 21 de abril de 2007

CONTRAPUNTO


Historia Uno
Al estar en Bs.Aires (Baires en adelante) utilicé taxis para movilizarme. Me subo, y el taxista, como buen argentino, me habla animadamente. El trayecto era largo. Conversamos de lo humano y lo divino. Dentro de lo humano me cuenta que no entiende como las mujeres desechan el amor. Estuvo casado durante 20 años, dos hijos, una pareja. El fue policía y dejó lo que era su vida por estar más en casa, ya que ella le reprochaba los turnos y el riesgo para ella y sus hijos, en fin. Compró el taxi, así podría estar mas tiempo en casa y tener una vida familiar. Nos casamos y cambió totalmente - me dijo con desilusión- Me ha dicho, ante la sicóloga y mis hijos, que nunca me quiso….Miraba su expresión mientras me conversaba y veía a un hombre muy afectado emocionalmente, sus ojos contenían sus lágrimas. Reconozco que apenas me comenzó a relatar su historia me salió la terapeuta innata en mí. A medida que avanzábamos en el camino, fui llevando la conversación de tal manera de que él lograra sacar de sí el dolor, la pena, la amargura que lo tenía totalmente “contaminado” para luego que él mismo se diera cuenta con los recursos que contaba hoy para salir adelante. Su cara cambió notablemente, ….me dio tanta alegría.
Llegamos a Palermo, al “Limbo”, un lindo y refinado restaurante en calle Armería, donde estaba invitada, ubicado frente a una plaza preciosa, con casas antiguas en re-modelación.
Miré el taxímetro y marcaba $25.- Veo que él se baja del auto, me abre la puerta…yo sorprendida, y me dice sonriendo: mi sicóloga me pide $18 por media hora, y llevo 5 sesiones, usted “doctora” ni me conoce, y en una carrera ha cambiado mi visión y mis perspectivas… ¡carrera cancelada! Y me abrazó!... plop!
Me sorprendió, lo reconozco, lo acepté como regalo de la vida!

Historia Dos
Luego de una despedida me regreso al hotel ya que al otro día mi vuelo sale temprano. Son las 22,00 hrs de un día viernes. Paro a un taxi y le pido me lleve al hotel. También extrovertido, simpático, solo que esta vez no abrí mi boca y todo el trayecto fue un monólogo. Estaba cansada, era como el cansancio de toda una semana sellado con algo especial esa noche, entonces estaba “más para adentro que para afuera”….en fin, qué se “cho”, ¿viste?
En las puertas del hotel, el taxista no convencido de que lo único que quería era irme a dormir, me mira y me dice – decíme nena, vos vas a irte sin ver algún espectáculo un viernes en la noche en Baires?, lo miro sorprendida y casi sin darme cuenta termina con esta otra frase….¿ vos no quéres uno conmigo esta noche?
PLOP!- dijo Condorito! Respiré profundo y luego, muy digna y sonriente, le pagué lo que decía el taxímetro. Pensando si me botaba a ofendida y arrancaba el auto a mil por horas... o bajaba muy contenta con su piropo... opté por esto último, reconociendo, ciertamente, que tuve mi propio espectáculo en Baires esa noche de un viernes.