jueves, 27 de agosto de 2009

TU NIÑO INTERNO






“Muchos de nosotros empezamos a perder nuestra inocencia y el contacto con nuestro corazón hace muchos años, en la infancia, cuando los enterramos para poder sobrevivir a la escuela, la familia, la religión y la cultura. De manera que una parte del arte de vivir desde el corazón es reivindicar esa capacidad infantil de escucharlo nuevamente.
- Texto extraído de mi otro blog -

Cuando miro los ojos de un niño, lo primero que llama la atención es su inocencia: su deliciosa incapacidad para mentir, para refugiarse tras una máscara o para aparentar ser lo que no es. En este sentido, el niño es exactamente igual que el resto de la naturaleza. Un perro es un perro; una rosa, una rosa; una estrella, una estrella. Todas las cosas son, simple y llanamente, lo que son. Sólo el ser humano adulto es capaz de ser una cosa y fingir ser otra diferente.
Cuando una persona mayor castiga a un niño por decir la verdad, por revelar lo que piensa y siente, el niño aprende a disimular y comienza a perder su inocencia. Y no tardará en engrosar las filas de las innumerables personas que reconocen perplejas no saber quiénes son, porque, habiendo ocultado durante tanto tiempo a los demás la verdad sobre sí mismas, acaban ocultándosela a sí mismas.
El niño, como el animal inocente, deja en manos de su propia naturaleza el ser lo que es. Y, al igual que el niño, también aquellos adultos que han preservado su inocencia se abandonan al impulso de la naturaleza o al destino, sin pensar siquiera en "ser alguien" o en impresionar a los demás; pero, a diferencia del niño, se fían, no del instinto, sino de la continua conciencia de todo cuanto sucede en ellos y en su entorno; una conciencia que les protege del mal y produce el crecimiento deseado para ellos por la naturaleza, no el ideado por sus respectivos y ambiciosos egos.

Recuperar y mantener la inocencia de nuestro "niño interno" pareciera ser una buena medida para vivir naturalmente.

Dado esto es que me surge preguntarte:
¿Cuánto de la inocencia de tu infancia conservas todavía?
¿Existe alguien hoy en cuya presencia puedas ser simple y totalmente tú mismo, tan indefensamente sincero e inocente como un niño?